martes, 4 de noviembre de 2014

Un paseo por el alma de Castilla, Atienza


Se ha escrito tanto de Atienza que resulta imposible no repetirse, pero esta semana tocaba pasear por sus calles y rendir homenaje a José Antonio Alonso Ramos. No les hablo de ningún atencino ilustre sino de un serrano convencido y entregado, que ha hecho posible, junto a su mujer Margarita Calleja, que Atienza sea la capital provincial de la cultura popular. Por si fueran pocos tres museos, un castillo, un recinto amurallado, varias iglesias y una de las plazas más hermosas de Castilla, sin olvidar sus interminables vistas a la sierra, Atienza cuenta con el Centro de Interpretación de la Cultura Tradicional, todo un referente.





No creo ofender a nadie si digo que Atienza es, si consideramos a Sigüenza una ciudad, el pueblo más bonito de la provincia de Guadalajara. Yo no me canso de recomendar su visita, su paseo minucioso y detallado. 




Pocas rutas podrán causar mayor satisfacción al amigo de estas escapadas semanales que propongo en este blog, que la “peña muy fuerte” como la calificó el Cid. Atienza es una villa hermosa, cuidadosa con la historia, de la que uno se enamora al instante y acaba entregando su vida y sus esfuerzos como lo ha hecho José Antonio Alonso, antes lo hizo don Agustín, el cura que convirtió su pueblo en un museo, me alegró verle todavía al pie del cañón; o Luis Carandell, cuyas cenizas reposan bajo el castillo. Gerardo Diego descubrió su alma en uno de sus poemas:

Atienza de los juglares,
alto navío de ruinas,
que nunca has visto los mares,
te traigo –mis azahares-
ramos de espumas marinas.

Castillo, línea quebrada,
dibujada
sobre el azul, que ya es verde,
que palidece, que pierde,
que se arría,
que –sin bandera- se estrella.
(...)

Abre, Atienza, tus balcones
-verdes balcones de Atienza-
ábrelos al aire y trenza
tu piedra heráldica en nudos
y cordones,
y encréspala en tus escudos. 

Diez siglos caen en vellones
sobre tus niños desnudos.
Vuela el águila, y tu plaza
-triángulo- ve en declive.





 
Un paseo por Atienza es un paseo por la historia. La iglesia de San Bartolomé, del siglo XIII, cuenta en su interior con un Museo Paleontológico, un Museo de Arte Sacro y un Descendimiento gótico que emociona, un conjunto iconográfico que justifica el viaje de una hora que supone acercarse desde Guadalajara. La iglesia de la Trinidad, un hermoso edificio de una sola nave, acoge el Museo de la Caballada, una fiesta que lleva celebrándose desde hace casi mil años y otra colección de arte religioso. No hay que olvidar que en Atienza hubo hasta  12 parroquias y posee una colección de piezas escultóricas y de orfebrería más que digna. El tercer museo está en la iglesia de San Gil.




Podemos decir que el cuarto museo, está ubicado en la antigua Posada del Cordón. Allí se ha museizado, con técnica y filosofía contemporáneas, un espacio que recoge el alma y la esencia del pueblo. Es sin duda la mejor canción que ha compuesto y cantado nunca José Antonio Alonso. No en vano le ha costado toda una vida. Acercaos a la Posada del Cordón y veréis Guadalajara y sus rincones, los del alma y los del paisaje. Artes populares, artesanía, sabiduría popular, comunicación, vida cotidiana, el hombre y la mujer, las creencias y la espiritualidad, las fiestas y los ritos, la arquitectura popular… Todo lo que nos identifica como pueblo, lo que nos acerca y aquello que nos diferencia del resto, está perfectamente expuesto, detallado y contado por alguien que sabe más que nadie de la cultura popular de Guadalajara y que tiene la generosidad, esperemos que recompensada como se merece, y no hablo de dinero, de donar parte de su vida y de su obra para que todos aprendamos a aprender.



Ha costado años sacar adelante el proyecto pero sin duda cumple el espíritu con el que fue pensado, proyectado e iniciado hace siete años. El empeño de todos ha hecho posible que fuese algo más que un “almacén de botijos”, como lo calificó un “brillante” diputado, para mayor escarnio nacido en la sierra. Muchos han puesto algo para que hoy exista este centro, pero José Antonio Alonso y Margarita Calleja lo han puesto casi todo y hoy toca darles las gracias.






Pero no puedo irme de Atienza sin añadir tres cosas más: paseadla de noche, por favor, es mágica; subid a su castillo en la puesta de sol y dejaros embrujar por sensaciones imposibles de plasmar negro sobre blanco y tercero, acercaos al restaurante El Mirador y dejaros aconsejar por los platos de temporada, ahora es tiempo de setas, boletus y níscalos, pero su carne nunca falla. Preguntad y creed lo que os digan, tienen buena mano en esa cocina y material de calidad. 


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