martes, 5 de mayo de 2015

Viaje al centro de la Tierra



La de hoy es una ruta singular y mixta. Singular porque una parte de su recorrido transcurre bajo tierra. Mixta porque para completarla es necesario coger el coche entre paseo y paseo. Nos vamos a acercar hoy a Villanueva de Alcorón. Allí recorreremos su dehesa y visitaremos una de sus simas. Y digo una, porque en el entorno, verdadero paraíso para los espeleólogos, hay contabilizadas unas 60 cavidades que se adentran en las profundidades de la tierra.



Villanueva de Alcorón se encuentra a una hora de distancia en coche desde Guadalajara. Se puede ir por Trillo o por Alcocer. Yo recomiendo este segundo itinerario porque es más corto. Antes de llegar a Villanueva, entre el kilómetro 41 y 42 de la carretera CM2015 hay que detener el coche y parar junto a unas lagunas que  tenemos a nuestra derecha.



Aquí comenzaremos nuestra ruta. Tras dar una vuelta alrededor de las lagunas, seguiremos un sendero perfectamente señalizado que nos adentra en la dehesa. En las charcas vemos una gran variedad de aves acuáticas que armonizan su deslizamiento sobre el agua con delicados movimientos, al compás del monótono croar de las ranas. Es una original réplica del lago de los cisnes. Estas lagunas se formaron hace años de manera natural, pero con la ayuda del hombre, que profundizó en este paraje en busca de caolín, se encontró un permanente chorro de agua.



El sendero es circular y llano. En su primer tramo coincide con el camino que lleva a un viejo vivero forestal. Junto a las lagunas encontramos un pozo singular, en forma de bóveda, conocido como el Pozo del Soto. El paseo se adentra luego en un bosque mixto de pino albar y quejigo. Es un paseo hermoso, tranquilo, muy relajante, en el que se van combinando el bosque y la paramera de manera armónica.




Completar el círculo nos llevará una hora y media aproximadamente, aunque siempre queda la posibilidad de volver sobre nuestros pasos si estamos cansados. No hay fuentes, aunque si pueden verse abrevaderos para animales y numerosas charcas naturales. De regreso a las lagunas tomaremos el coche y la carretera, pasaremos de largo el pueblo de Villanueva de Alcorón, que recomiendo visitar a la vuelta, y a unos 4,5 kilómetros en dirección a Peñalén, a mano izquierda, un monolito de piedra nos avisa de que cojamos el camino si queremos ir a la sima.



Nada más entrar en el pinar vemos un refugio y un recinto vallado pero accesible que nos señaliza la entrada de la cueva. Un consejo: antes de adentrarnos a los infiernos, coger una linterna y abrigaros. A Pedro Botero se le ha apagado la hoguera y no tiene intención de volver a encenderla.





Esta sima es la única que está adaptada para la visita, el resto están reservadas para expertos. Una escalera nos baja a una primera sala circular de 22 metros de diámetro y 15 metros de altura. Nada más entrar, impresiona el cambio de temperatura y la agresión que el agua ha producido en la roca durante siglos de insistencia. Otras escaleras, encajadas entre las rocas caídas del techo, nos conducen hasta los 62 metros de profundidad donde una pequeña represa recoge el agua helada  que cae de una cascada.




Abajo no hay luz, sólo silencio y el ruido de las gotas de agua que golpean la piedra. El resto lo iremos adivinando a medida que movamos el haz de la linterna. Los diferentes colores con los que los metales que transporta el agua han ido impregnando la roca, forman parte del espectáculo. Y ahora toca subir. Tomarlo con paciencia y con las necesarias paradas, que nos servirán para observar en toda su magnitud esta filigrana de la naturaleza. ¿Para comer? En el bar La Pilarica de Villanueva dan platos combinados y bocadillos. En Poveda y en Zaorejas hay restaurantes de comida casera, sencilla pero con buena materia prima.


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